Urgencia

Un plomero contestó, bien pasada la medianoche, la llamada urgente de un médico.
—Siento mucho tener que llamarlo a esta hora —decía éste—. Sucede que se ha roto uno de los tubos del baño y se está anegando la casa. Le suplico que venga, en seguida.
—Mire, haga usted lo que voy a decirle —contestó el plomero—: tome dos aspirinas cada cuatro horas y échelas por la tubería. Si la fuga no se ha arreglado de aquí a la mañana, llámame por teléfono a mi oficina.

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