Ofendida

UN JOVEN médico que durante varias semanas había dado instrucción de primeros auxilios a un grupo de señoritas, resolvió cierto día realizar una prueba práctica. Estando en el estrado, de repente vaciló, se tambaleó y rodó por el piso. Las muchachas se quedaron paralizadas de espanto. Algunas gritaron; otras se pusieron de pie pero volvieron a caer sentadas; ninguna se adelantó b auxiliar al médico postrado. A los
pocos minutos el profesor se puso en pie nuevamente y amonestó a las alumnas por su falta de iniciativa.
—Si no pueden hacer frente a un simple desmayo —les reclamó— entonces estoy perdiendo el tiempo enseñándolas.
La discípula más aprovechada, con aire ofendido, se levantó de su asiento de primera fila, exclamando:
—Pero, doctor ... ! es que creímos
que era un síncope de verdad!

— D. B.

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