Sin frenos

Poco después de estallar en llamas un pozo de petróleo, la empresa llamó a un grupo de bomberos especializados, que por lo intenso del calor, no pudieron acercarse a menos de 600 metros del fuego. Desesperada, la gerencia pidió ayuda a los bomberos voluntarios del pueblo, y al poco tiempo bajaba por el camino un destartalado vehículo y se detenía a 15 metros de las llamas. Los ocupantes saltaron fuera, se rociaron con agua unos a otros y empezaron a combatir las llamas.
Encantado, el presidente de la compañía dio al jefe de los bomberos un cheque por 2000 dólares y le preguntó qué pensaba hacer
con ellos. "Ante todo", respondió, "arreglarle los frenos a ese maldito
camión.

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