Deseo de un padre

Un tipo muy intrépido resolvió inscribirse en un rodeo para probar cómo era. Se anotó para montar en pelo un potro cerrero; en un abrir y cerrar de ojos quedó tirado en el suelo y sin sentido. Lo llevaron de urgencia a la unidad de neurocirugía de un hospital de aquella población.
—¿Cómo te sientes? —preguntó un amigo que fue a visitarlo al día siguiente.
—No del todo mal —dijo el jinete herido—. Al menos logré cumplir la ambición de toda la vida de mi padre.
—Oh. ;El quería que montaras en el rodeo?
—No; pero siempre pensó que debía hacerme examinar de la cabeza.

—R.P.

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