Pedido

UN HOMBRE piadoso y bueno pasaba por una mala racha. Cierta noche, mientras elevaba al cielo sus plegarias, rogó a Dios que le concediera sacarse la lotería, en recompensa por tantos años de fe y devoción. Al día siguiente
se sentía optimista; pero, como no ocurrió nada, volvió a abogar por su causa durante las oraciones nocturnas. No obstante, Dios seguía sin hacérsela buena. Por último, el hombre se arrodilló, compungido, y se quejó:
—¿Por qué no me das una oportunidad, Dios mío?
De repente oyó la voz del Todopoderoso:
—¿Por qué no me la das tú? ¡Al menos compra un billete!

—B.M.

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